El conocimiento del ser humano sobre el uso de plantas
maestras o enteógenos, trasciende los límites de nuestra sociedad actual.
Sabemos que su uso estuvo presente en todas, o casi todas las culturas
ancestrales de nuestra historia. Y que están presentes dentro del uso común de
los pueblos indígenas, o a menos en quienes se dedican a suministrarlas como
son los xamanes, curanderos y aprendices.
En el mundo globalizado, su uso no ha dejado de existir,
muchas veces reemplazado por productos químicos, derivados de estas mismas
plantas, siendo utilizadas fuera del contexto sagrado que implica el vincularse
con ellas. Este hecho, junto con los demás problemas sociales, han
desencadenado un fenómeno mundial de reencuentro con nuestra memoria ancestral.
En este contexto las plantas maestras juegan un papel fundamental, porque nos
permiten bio decodificar pensamientos antiguos, y recibir el conocimiento
directo del universo.
El Wachuma en especial, nos vincula mucho con la parte
sagrada del mundo material, traemos el cielo a la tierra. Nos permite sentir la
energía vital de cada elemento, de la tierra, el sol, el agua, integrándonos
como un solo ser. Tiene un efecto directo sobre la glándula del Timo, ubicada
cerca del corazón. Sanamos nuestro corazón, nuestra memoria afectiva y tejemos
nuestros sueños.
Sabemos que las plantas maestras nos permiten sanar o
superar enfermedades diversas. Las adicciones, es solo otra forma de llamar al
apego. La humanidad entera nos estamos liberando del apego, para seguir en el
proceso evolutivo que hoy se nos permite. Estamos en la nueva alborada de luz,
o nueva era. Las plantas maestras nos ayudan a desarrollar nuestra conciencia,
amplificar nuestros sentidos, para que pueda enraizarse en nosotros esa nueva
frecuencia vibratoria, que es a la vez el potencial que tenemos en nosotros
mismos.